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  • Writer: Mixtura Global
    Mixtura Global
  • Aug 7
  • 3 min read

Updated: Aug 13

Josué Bruno: el peso del sonido y la memoria de una jornada


“Bro, ¿qué más? Todo fino”, dice Josué, casi como un respiro antes de entrar en la narración. 


A partir de ahí, el relato se despliega no solo como crónica, sino como ensayo sobre lo que significa documentar música en vivo en un país donde la electricidad se va sin avisar, donde las cornetas son grandes porque cargan con el peso del tiempo y donde cada toma de cámara se convierte en un acto de fe.


I. La mañana del montaje


La casa de Josué se ha convertido en el galpón soñado por los minitequeros. Equipos, cables, mixers, cornetas: un conjunto de objetos recolectados, adquiridos, otros reparados, convertidos en arsenal para la jornada. 


El eligió la corneta más grande “el monitor pequeño “se escuchaba bien, pero no tanto” Porque el sonido no es solo volumen, sino cuerpo.


El pana Étniko pasa en su camioneta para cargar los equipos y desmitificar una vez más las actividades y los espacios “clásicos” del teatro César Rengifo. Esta vez nos tomamos los techos con música para el club. 


Allá esperan Ricardito, Vero (U.G.S. dúo) y Jesús AKA “Subliminal” Terry. También está Leslie, la encargada de producción del teatro, quien nos invita un café antes de que la mañana se convierta en ritual de montaje: subir mesas gigantes, pasar bases por pasillos estrechos, tejer cables en lugares recónditos, improvisar soluciones antes de que el primer track suene.


II. El ensayo, la toma y el audio imposible


Jesús es el primero en grabar. Un ensayo rápido, una segunda toma que queda. El problema (y siempre hay uno) es el audio, la pista se grabo fusionada con la voz de los que estábamos allí. No hay canales separados, solo una mezcla cruda que obliga a estrategias improvisadas: bajar el input de la pista, subir el del micrófono, y confiar en que la edición posterior salvará lo que el equipo no permite.


Hay en esa lucha un gesto estoico: registrar la música en estas condiciones es aceptar que el documento nunca será perfecto. Que el ejercicio en vivo respira, falla y se interrumpe. Que el registro  también es memoria de lo que se escapa.


III. Corte de luz: silencio como pausa


Ricardo entra en escena. Quince minutos después, se va la electricidad. Que se vaya la luz no es noticia; es contexto. 


Cuarenta minutos de espera bajo el peso del sol y de los equipos. Un obligado silencio que es más que solo ausencia de música, es pausa forzada para quienes trabajan con el tiempo medido: baterías que se agotan, cronogramas que se estiran, cuerpos que aunque flexibles se tensan en medio de la resignación.


IV. El sol y las cámaras sucias


Cuando vuelve la luz -electrica-, el reloj marca mediodía. Es turno de Dj Caloy. Su set se graba completo, aunque no sin anécdotas: un dedo sudado mancha el lente de la GoPro y deja en el video con un velo imperfecto. Detalle menor que, en manos de Josué, se transforma en recurso estético: “al final, con el efecto que le puse, queda bien”. Esa capacidad de convertir error en recurso es, tal vez, la verdadera producción independiente.


Mientras Caloy toca una hora bajo pleno sol, Ricardito y Vero siguen con su propio set. La batería de la GoPro amenaza con morir y se improvisa un mosaico de grabación: parte con la cámara, parte con el teléfono de Carlos, parte con el teléfono de Josue. Tres ángulos, tres narrativas visuales que luego deberán convivir en la edición: “esa edición va a estar loca”, dice, mitad advertencia, mitad promesa.


V. Último set: grabar sin energía


Josué toca de último. El tiempo apremia: ya son las 3 PM y deben terminar a las 4. Graba media hora. El audio se exporta en la laptop mientras comienzan a desconectar los equipos. 


Entonces, otro golpe: la batería dañada interrumpe el proceso. Cuando intenta restaurar la sesión, el software falla. Se pierde el audio de consola. Quedan apenas diez minutos salvados y los audios ambiente de las cámaras. Un registro mutilado que, aun así, sobrevivirá en la memoria de quienes estuvieron ahí.


VI. El regreso y la promesa


Caloy, se ofrece a llevar los equipos de regreso. Consigue un carro, regresa y transporta todo. El esfuerzo no solo es técnico, es humano: vacas de equipos, mezclas prestadas, teléfonos que se convierten en cámaras secundarias, ser recursivos es la única manera de hacerlo. Al final, lo que queda es un documento imperfecto, pero real.


Leslie, la productora, está feliz. Habla de futuros planes: un festival en el boulevard del teatro, presupuesto para traer artistas nuevos, espacios para seguir construyendo una escena. “Las puertas están súper abiertas”, y en esa frase hay una posibilidad.

Todas las fotografías son por nuestro partner Gabriel Mago Thomas! Producción General MixturaGlobal Radio

Mérida, Venezuela.




 
 
 

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